sin ansias, mi momento vilipendiado,
prefirió ser otro rastrojo.
Las mareas caprichosas me trajeron,
sin motivos a tu orilla no esperada,
les daba igual el todo o nada,
que en la cima de tu alma presintieron.
Angelical pieza de este rompecabezas,
naufragar en ti traía trampa:
volverse adicto a tus sutilezas.
Además del hecho razonable
de que cuando la pasión me escampa,
verte acompañada es lamentable.
II
Debería callarme y no herir
ese ínfimo espacio de mi orgullo
que en breve inspiración es tuyo,
y me antoja la métrica transgredir.
Volteé un pesado surgidero
de ilusiones en tu playa
dio para pasarnos de la raya,
pero no fue duradero.
¿Convincente? Es el adjetivo precario.
Me falta consecuencia pa' seguir.
Guardo tu olor como un relicario.
Así no concluye este rejuego,
y a mis velas les da por seguir
aireadas. Va y el viento sopla luego.
A ti, hombre realizado que olvidó penurias pasadas,
que reniega de su raíz abnegado en urbano asfalto,
que la fama mantiene suspendido en lo alto,
ya cansado de guitarras y de musas malgastadas.
A ti, sencillo juglar que tanto admira la plebe,
repitiendo la receta que te suplica y aclama,
cansado de exponer los secretos de tu cama,
ya mustia la poesía que en ti bebe.
Fanfarrón, ingrato chamuscado,
ecuación que no terminó en dos,
cordón que nunca amarró calzado.
No expulses ayees si te preciso
que me salves de una vez ¡Por Dios!
del limbo atemporal de lo impreciso.
