EPITAFIO
A Luis Rogelio Nogueras
In memoriam
Querían que su silueta alcanzara las más altas cúspides,
esas, reservadas junto a los grandes poetas que tanto amó.
Querían que su obra se tornara prueba irrefutable
del fragor de aquellos años,
para arrebatarle de una vez y por todas
el aliento al enemigo.
Querían que su blanca luz fuera eterna,
que alumbrara mas allá del ocaso infértil de la longevidad,
que pintara, procaz, todas las libretas,
con el rojizo tinte de su melena.
Querían creer que todo fue mentira:
Que regresaría de las cenizas,
no al tercer día, ni al séptimo,
sino el día que le viniera en gana,
resurgido desde la pupíla
de un cisne irredimible.
Pero el hizo caso omiso.
El día que llego la muerte y le ofreció su lujurioso manto,
decidió pasar de todos.
Y, sonriendo (como quien sabe su camino hecho),
mando el mundo al carajo y se largo para siempre…
Ángel Lorenzo Ramos
23 de mayo del 2013
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